«La felicidad no está en la posada sino en medio del camino. La felicidad no es un destino sino una forma de vivir» Don Quijote de la Mancha
Desarrollar la habilidad de soslayar pensamientos y emociones que no conducen a nada bueno y aprender a afrontar los contratiempos que presenta la vida como si fueran ocasiones para el desafío es probablemente la mejor manera de superar el estrés y la tristeza, y vivir la vida como un arte y una creación más que como una defensa o un ataque. En lo relativo a la salud, no hay palabras para describir hasta qué punto una atención centrada condiciona el bienestar psicofísico.
Se sabe que el denominador común que habita en las personas deprimidas, es la tendencia a centrarse en pensamientos que les hacen sentirse impotentes y desesperanzadas, y apalancarse en las experiencias vitales más nocivas, cuando tratan de revisar el pasado.
Aprender a ganar -con belleza- en el turbulento juego de la vida, implica aprender a vencer la tendencia a centrarse sólo en las sombras. No hay modo más elevado de reenfocar el hábito de la atención que sustituir gradualmente los pusilánimes diálogos de impotencia por otros de mayor energía, e identificar en la corriente de la vida, todo prejuicio pobre, antes de que anide en irreversible pauta enfermiza, y así, en lugar de compadecernos, acabar desviando conscientemente la atención hacia ideas o sentimientos que alberguen entusiasmo.
Las personas dominadas por hábitos depresivos, padecen una enorme incapacidad para centrar su atención y tomar buenas decisiones. Esto implica, además de un deterioro de la productividad en todas las esferas, exponer los vínculos familiares a un esquema hostil frente al mundo, lo que creará en ellos una desconfianza radical hacia la realidad. Corregir una atención crónicamente mal encauzada no es sólo un problema personal sino también de salud pública.
Las pautas de atención dispersa no constituyen sólo una característica del depresivo. El ansioso se centra en anticipar todo aquello que pueda suponer una amenaza, el hipocondríaco está tenazmente pendiente de síntomas corporales… Pero educar y centrar la atención, no se limita a aspectos psicológicos. La facultad de canalizar adecuadamente el foco atencional, se relaciona con la longevidad, como ha sido demostrado por S. L. Tyas en su investigación con monjas de clausura[1]. En general, aprender a concentrarse voluntariamente posee la enorme capacidad de transformar las condiciones físicas. Desde que en 1982, el renombrado profesor de la universidad de Massachusetts, J. Kabat-Zinn, publicara las repercusiones del Mindfulness sobre el dolor crónico[2], múltiples trabajos científicos aparecen cada año como prueba de los efectos saludables que la meditación ejerce sobre distintos trastornos orgánicos.
La meditación, en sus diversas modalidades, induce cambios saludables en el sistema nervioso e inmunológico. Hay estudios en personas sometidas a entornos estresantes que, tras un periodo estipulado de entrenamiento mindfulness, demuestran engrosamiento de la región cerebral prefrontal izquierda (relacionada con la alegría) así como una mejor respuesta a la vacuna de la gripe cuando son comparadas con personas del grupo control. Hasta la fecha contamos con abundante evidencia científica sobre los beneficio de la práctica de la meditación en enfermedades como la Psoriasis, la hipertensión, ciertos tipos de colitis o el TDH. Hay actualmente ensayos clínicos en marcha cuyo objetivo primario se centra en demostrar su utilidad en cáncer.
Si la meditación impide el impacto de la “absoluta catástrofe de vivir” –como llama Zorba el Griego al estrés, en la magistral película del mismo nombre- en parte se debe a que educar la atención es enseñar a contemplar la realidad del momento sin los juicios que hacemos de ella.
Los beneficios de una atención cultivada incluyen una cierta paz interior que ayudan a aliviar la carga de esas “catástrofes” prescindiendo de sufrimientos superfluos. Por eso Zorba, pese a los reveses de todo tipo, que con belleza muestra la película, supo fluir con la realidad del momento que le tocó vivir.
Dirigir la atención para despertar y tomar consciencia de que estoy aquí por un tiempo, para mirar compasivamente a mis congéneres o para vivir cada experiencia con libertad y apertura, es un aprendizaje que debo a mis pacientes. Siento una deuda de amor a la que quiero responder y rendir tributo compartiendo la aventura de vivir conscientemente.
[1] Transitions to Mild Cognitive Impairments, Dementia, and Death: Findings from the Nun Study. Journal of Epidemiology, 2007 vol 165, nº 11
[2] An outpatient program in behavioral medicine for chronic pain patients based on the practice of mindfulness meditation: theoretical considerations and preliminary results. Gen Hosp Psychiatry. 1982 Apr;4(1):33-47.
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